- noviembre 16, 2015
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Erase una vez una niña con unos grandes ojos azules que había esperado por largo tiempo la llegada de Santa. Ella estaba ansiosa porque quería recibir sus regalos y juguetes. El tiempo esperado se hacía cada día menor, hasta que por fin llegó noche buena. La niña de los grandes ojos azules sabía que solo tenía que esperar un rato más para que Santa llegara con sus juguetes. Estaba un poco desesperada pues tenía que convivir con sus familiares y amigos durante la cena de noche buena. Ya se quería ir a dormir, pero tenía que esperar. Por fin llegó el momento, todos se fueron, ayudó a su mamá a limpiar y a recoger para que todo fuera más rápido y así poder irse a dormir.
Cuando finalmente todo estuvo en su lugar, su papá la llevó a su habitación, le puso su pijama, la acostó en su cama, le leyó la historia Bíblica y oró con ella. Le dio su beso de buenas noches, y finalmente, la niña quedó sola en su habitación para dormir y esperar a Santa. Sin embargo, ella había tramado un plan. No se dormiría, sino que, como todo niño, ella deseaba conocer en persona a Santa. Cuando su padre la había acostado, ella se hizo la dormida y al momento que su papá salió de su habitación, ella pegó un salto de la cama y se las ingenió para salir de su habitación sin que nadie la viera. Así se fue a esconder entre los sillones de la sala donde se encontraba el arbolito de navidad para esperar a Santa.
La niña de los grandes ojos azules estaba muy cansada de tanto esperar a Santa. Esperó y esperó hasta que finalmente se quedó profundamente dormida y empezó a soñar. Era un sueño tan real que parecía estar en la misma historia que su padre le había contado esa misma noche. En su sueño ella veía a lo lejos un enorme árbol de navidad con una estrella deslumbrante en la punta más alta. Fue tanta su impresión por ese enorme árbol que corrió y corrió hacia él. Cuando finalmente llegó al árbol, le impresionó mucho su altura, pero aún más le impresionó la estrella deslumbrante que estaba en la punta del árbol. Al estar parada observando el maravilloso árbol, sin darse cuenta, un hombre radiante de luz le dijo: -es muy bonito el árbol ¿verdad?.
Ella volteó y al verlo se sorprendió, era un hombre radiante, lleno de luz y que inspiraba mucha paz. Eso le dio mucha tranquilidad a ella. Entonces la niña de los grandes ojos azules le respondió: -¡Si, es muy bonito el árbol!, pero lo que me ha gustado más es esa deslumbrante estrella, ¡es muy hermosa!- Tienes razón la estrella es muy hermosa- le contestó el hombre radiante- pero lo importante no es la estrella, ni el arbol, es la historia del Rey que nació en Navidad-. ¿El Rey que nació en Navidad?- preguntó ella. Entonces el hombre radiante le contó la historia: -hace muchos, muchos años, unos magos de oriente también vieron ésta deslumbrante estrella. Como es tan hermosa, ellos fueron atraídos como tú hacia acá. Pasaron por muchos peligros durante su recorrido, hasta que finalmente pudieron llegar. Cuando llegaron justo aquí, nunca se imaginaron lo que se iban a encontrar. Ellos vieron a una joven familia con un pequeñito bebé en brazos de su mamá. Los magos de oriente le ofrecieron unos regalos al pequeñito niño pues sabían que este bebé sería el Rey de una gran nación.
La niña de los grandes ojos azules estaba muy emocionada escuchando la historia y le dijo al hombre radiante: -¡entonces este pequeño niño es un Rey! pero… ¿De qué lugar es Rey?-El hombre radiante le contestó: -El reino de este niño no es como cualquier reino. Él nació en este mundo para formar un reino en el corazón de todos aquellos que le acepten como su Rey. Su Reino es un reino eterno, donde abunda la paz, el amor, la armonía, la bondad. ¿Yo puedo ser parte de ese Reino? –Le preguntó la niña. ¡Claro que si, cualquiera puede ser parte de ese Reino! De hecho, ese es el verdadero significado de la navidad. Este pequeñito niño es el regalo de Dios para la humanidad. Todo aquel que le entregué su corazón forma parte de su reino- le dijo el hombre radiante. La niña de los grandes ojos azules le dijo: -¡Si! Yo quiero que sea el Rey de mi corazón y quiero vivir en su reino eterno de paz, amor, armonía, bondad. Pero… ¿Tiene un nombre ese pequeño niño? ¡Si! –Le respondió el hombre radiante-. ¡Su nombre es Jesús!
En ese momento los rayos del sol alumbraron el rostro de la niña y la despertó. Ya era Navidad, la niña se levantó y corrió a la habitación de sus papás. Con mucha alegría los despertó y les dijo: ¡ahora entiendo que la navidad no es regalos y fiesta, ni la llegada de Santa, sino que la navidad es el regalo de Dios para la humanidad! ¡Su regalo es el pequeño Jesús que nació para reinar en nuestro corazón! ¡Eso es Navidad y de ahora en adelante todos los días es navidad en mi vida!
La niña de los grandes ojos azules abrió sus regalos y jugó con ellos todo el día. Pero su vida ya no sería la misma, pues ella pertenecía ahora al reino eterno, donde abunda la paz, el amor, la armonía, la bondad.
David Aviña
http://davidavina.blogspot.mx/2009/12/la-nina-de-los-grandes-ojos-azules-el.html