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Las Dos Caras de La Moneda

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Si pongo una silla vacía en mi mesa el día de la cena de navidad con el significado de que Jesús está ahí, y hago que cada uno de los que lleguen a cenar, lleven algún presente de reconocimiento, como una carta, un testimonio, un poema y hasta una canción para Él, me surge la pregunta, ¿Me arriesgaría a hacerlo?  ¿Tú lo harías? Puede sonar tonto, pero creo que me sentiría un poco “ridículo”, o tal vez los demás me harían sentir así con alguna mueca o comentario… o sólo al negarse a participar. ¿Tú te sentirías ridículo? Sin embargo, creo que sería una manera diferente de celebrar la navidad. Te pregunto, ¿Cuál es la verdadera cara de la navidad? ¿Qué significado le das? Su real significado es el que la Biblia nos presenta a través del profeta Isaías donde presenta las caras de humillación y exaltación.

Isaías nos relata que el Dios altísimo, El anciano de Días, el Padre Eterno es ahora el hijo dado. Dios haciéndose hombre. El apóstol Pablo lo expresa diciendo “el que ha sido en forma de Dios, no le importo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó así mismo, tomando forma de hombre…” (Fil. 2:6).  Juan lo dice con una gran verdad, “aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad”.

Aquí te presento las dos caras de la moneda, lo que deberíamos tomar encuenta en esta navidad:

I.  La Cara de la Humillación

Isaías nos relata que Dios fue dado, ¿Cómo? De manera libre, es dado por el puro afecto de la voluntad divina, fue dado por el exclusivo amor de Dios (Juan 3:16) Nos lo ha entregado como el mayor y hermoso regalo que pudiéramos recibir en estas fechas, un regalo único, lleno de amor a nuestras vidas, ¿Qué es lo que debemos hacer con este regalo? Solamente recibirlo, creer que es para nosotros. ¿Lo crees? Yo lo creo. Cristo nació para nosotros; nos fue dado para salvación de la humanidad. Recordemos las palabras de los ángeles: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un SALVADOR que es Cristo el Señor?  ¡Wow, que alegríaaaa! Cristo habitando en medio de la humanidad.

2 Co 8:10 hace una declaración que a través de ella me surgen varias preguntas ¿Cómo es que siendo rico se hizo pobre?    ¿Cómo es que siendo el dueño de todo se hizo un esclavo?    ¿Cómo es que siendo un Espíritu infinito se  llegó a ser visible ante nuestros ojos?   ¿Cómo es que siendo el Consolador eterno, exclamó sintiéndose desamparado?

Cristo pudo haber viajado en los mejores carros que existían en ese momento, pudo haber desarrollado el mejor ministerio entre hombres cultos y sabios, sin embargo prefirió servir entre los más humildes, estuvo con los enfermos, prostitutas, ladrones y por si fuera poco tuvo que morir en una cruz a lado de ladrones. Cristo siendo rico, se hizo pobre, desde su nacimiento hasta su muerte, aquí en este momento tenemos la cara de Humillación, pero a través de la humillación tenemos la segunda cara que es el de la Exaltación.

II.  La Cara de la Exaltación

Después de presentarnos el profeta Isaías un estado de humillación, también nos muestra la otra cara de la moneda que es la exaltación. Isaías nos dice que este bebé iba a tener “el principado sobre Sus hombros”. El único niño en el mundo que nació para tener el “principado”; o sea, el dominio universal. Pablo lo dice en Colosenses 2:9  “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” Y Juan dijo: “Y el verbo se hizo carne… y vimos su gloria”.

Estamos acostumbrados en esta época de Navidad a escuchar el nombre del “niño Jesús”. Y muchos de los que están leyendo en este momento han hecho tradición este nombre que lo relaciona a la navidad o a regalos y costumbres para esta fecha. Pero hoy quiero decirte que existen mucho más nombres que se le atribuyen a Cristo, estos nombres se salen de lo temporal y nos conducen a lo eterno, nos lleva a un plano espiritual que producen en cada uno de nosotros esperanza y paz. Príncipe de Paz, Admirable, Consejero, Dios Eterno, Dios Fuerte, Dios Altísimo, cada uno de estos nombres trae a nuestras vidas esperanza, amor y paz a nuestros corazones. La navidad va más allá de celebrar con regalos, cenas o pasar tiempo con nuestros seres queridos. Es entender que Cristo, el mayor regalo a nuestras vidas vino a habitar en nuestros corazones. Te pregunto ¿Quién es Jesús para ti?  ¿Sigue siendo el niño de Belén? ¿Es él tu Príncipe de paz, tu Dios fuerte, tu Padre eterno, tu Consejero? ¿Es Jesús Admirable para ti? La única paz que puede quitar hasta la tristeza más profunda que hay en ti, llegará cuando dejes entrar a tu corazón al Cristo de la gloria. ¿Le permitirás nacer en tu vida hoy? La decisión es tuya.

¡Dios te bendiga!
Edwin Canales